La comida basura o comida chatarra contiene, por
lo general, altos niveles de grasas, sal, condimentos o azúcares (que estimulan
el apetito y la sed, lo que tiene un gran interés comercial para los
establecimientos que proporcionan ese tipo de comida) y numerosos aditivos
alimentarios, como el glutamato monosódico (potenciador del sabor) o la
tartracina (colorante alimentario).
Potencialmente todos los alimentos son
perjudiciales para la salud si se abusa de su consumo, pero los que se
consideran comida basura lo hacen en mayor medida por necesitarse menores
cantidades para producir efectos adversos, o por consumirse en mayores
cantidades, dada su facilidad de consumo (comida rápida) o el prestigio social
de su consumo (ligado a formas de ocio juvenil). También puede ocurrir que
determinados grupos de población, o los que padecen determinadas enfermedades
previas, sean más sensibles a sus efectos. Suele relacionarse el consumo de
comida basura con la obesidad, las enfermedades del corazón, la diabetes del
tipo II, las caries y la celulitis. La comida chatarra le brinda al consumidor
grasas, colesterol, azúcares y sal, mientras una verdadera comida debe proveer
fibras, proteínas, carbohidratos, vitaminas y minerales necesarios para el
rendimiento del cuerpo.
Los restaurantes de comida rápida nos brindan
desde luego este tipo de comidas, pero además las cadenas de supermercados
también ofrecen al mercado dicha comida chatarra. En este sentido, las
investigaciones sobre procesos socioculturales y nutrición nos pueden ayudar a
comprender este fenómeno, pues se enfocan en los procesos de cambio a gran
escala, como la globalización, modernización, urbanización, los cambios en el
rol de la mujer, y los cambios tecnológicos, para entender cómo estos procesos
afectan la comida y la nutrición.[1] Las características económicas, culturales
y políticas de un país tienen estrecha relación con su forma de alimentarse.
Por eso es importante considerar la influencia de estos factores en la
nutrición. Por ejemplo, los restaurantes de comida rápida son cadenas de
industrias que imperan en la sociedad estadounidense, que es una sociedad y
economía capitalista. Entonces podemos preguntarnos: ¿Si la sociedad
estadounidense no fuese capitalista, existirían los restaurantes de comida
rápida? ¿El índice de obesidad en los niños de dicho país y de otros
influenciados por el mismo, disminuiría? Además, el predominio de la obesidad
ha incrementado mucho, a pesar de un aparente disminución en las porciones de
calorías consumidas, como la grasa, en la dieta de los niños de Estados
Unidos[2]
No podemos decir que la obesidad y enfermedades
adyacentes, son causadas en su totalidad por la comida chatarra, pero sí es un
factor principal del problema masivo de obesidad en los niños o ya sea por
problemas de salud al que se implementa la comida y asi se provoque la
obesidad. Un combo grande de comida chatarra (hamburgesa doble con queso, papas
fritas, bebidas y postre) puede contener 9200 kJ (2200 kcal), las cuales, a una
tasa de 350 kJ (85 kcal) por milla, requerirían un maratón para ser quemadas[2]
Otra posible causa de la obesidad es la vida sedentaria que han adoptado los
niños en la actualidad, fatal combinación para su salud.
Hoy día por lo general vemos en los niños
problemas de nutrición. Esto contribuye a problemas sociales y psicológicos en
el desarrollo del niño. El índice de obesidad, problemas cardiacos y hasta
repercusiones psicológicas se ven reflejadas en los niños a causa de la
malnutrición que impera en la sociedad moderna estadounidense. El mecanismo de
propaganda de los restaurantes de comida rápida hace que este índice tenga más
revuelo, creando así graves problemas de salud en los niños. El gran poder de
la influencia publicitaria, crea un desplazamiento de valores nutricionales que
cualquier niño necesita en su desarrollo, causando así los problemas antes
mencionados. La comida chatarra en sí, es una mercancía, que a los ojos de las
industrias debe venderse a gran escala para obtener lucro de ella, no importa
el valor nutricional de la misma, sino la mayor cantidad de ventas posible. La
comida chatarra es reflejo de una economía que se basa en una sociedad
capitalista y consumista. Por eso, desde muchos puntos de vista, la comida
chatarra es un daño y no un bien para la sociedad.
Un artículo del New York Times; titulado
«Cooking with Dexter: Happy-meal me» publicado el 4 de octubre de 2009, nos
presenta una situación en la cual un padre ve cómo la comida chatarra de un
restaurante de comida rápida o fast food se cuela de manera inevitable en la
vida de su hijo. El artículo presenta una descripción y una crítica a la comida
chatarra de ese restaurante, y ofrece algunos valores nutricionales de los
alimentos que vende.
Si una persona consumiese comida chatarra todos
los días tendría más probabilidades de padecer enfermedades sanguíneas,
obesidad, diabetes y colesterol alto. No es lo mismo si esta comida se consume
una vez a la semana, que todos los días. Las consecuencias pueden ser
irreversibles y hasta lamentables. Los hábitos alimenticios que hemos adquirido
con el tiempo y la vida moderna, se han transformado en un hábito que atenta
contra la salud. Algunos de alimentos chatarra, comunes en muchos hogares son:
hamburguesas, salchichas, patatas fritas, productos congelados para la
preparación en microondas, bebidas gaseosas, dulces entre otros.
Este tipo de comida es muy popular por lo
sencillo de su elaboración (sometida habitualmente a procesos industriales) y
conservación (en muchos casos no necesita refrigeración y su fecha de caducidad
suele ser larga), su precio relativamente barato, su amplia distribución
comercial que la hace muy fácilmente accesible y la presión de la publicidad.
También porque no suele requerir ningún tipo de preparación por parte del
consumidor final o esta es escasa, es cómoda de ingerir y tiene una gran
diversidad de sabores.
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